Militares brasileños relatan experiencia en Mozambique

“Aquí la extensión del desastre es mucho mayor que en Brumadinho, con aproximadamente 500 kilómetros de áreas afectadas. Y hay todavía mucha gente que necesita ser ayudada”, dice el sargento Michel Santana, uno de los integrantes del equipo de profesionales brasileños que se encuentran en Mozambique para el rescate y salvamiento de personas en el área afectada por el ciclón Idai, que devastó al país el 4 de marzo.

Los equipos brasileños comenzaron a actuar en Mozambique a principios de este mes, en apoyo a las víctimas del ciclón que dejó cientos de muertos y destruyó regiones del país. La previsión inicial es que permanezcan por 30 días en el lugar, contribuyendo a actividades de rescate en las áreas más perjudicadas.

El grupo está compuesto por 20 bomberos de la Fuerza Nacional de Seguridad Pública y otros 20 militares de Minas Gerais que trabajaron en el rescate de víctimas del colapso de la presa Córrego de Feijão el pasado febrero en la ciudad de Brumadinho. Son profesionales que salieron conocidos como héroes tras la búsqueda por sobrevivientes. Los equipos viajaron en aviones de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB) llevando vehículos, botes y otros equipamientos suministrados por la Fuerza Nacional y por el Cuerpo de Bomberos de Minas Gerais.

Ayuda a quien necesita

En Mozambique, ellos ayudan a quien necesita y abren espacio para la actuación de cientos de funcionarios de agencias de la ONU. Luego del ciclón Idai, el suelo mozambiqueño también recibió ayuda de las Fuerzas Armadas de Angola, Sudáfrica, Portugal e Israel. La emergencia dejó más de 3 millones de personas sin hogar y unos 750 muertos en Mozambique, Malawi y Zimbabue.

La misión de las tropas y bomberos brasileños en el país es bienvenida para apoyar a muchos que aún necesitan, como defendió la directora general del Instituto Nacional de Gestión de Calamidades de Mozambique, Augusta Maíta, al recibir al grupo. “Necesitamos acceder por vía marítima a parte de nuestra población que no es posible alcanzar por vía terrestre.”

Fueron 598 muertos en el país, el más afectado por el ciclón, cifra que aumenta a medida que se alcanzan áreas antes aisladas. Esta operación de socorro aún debe durar algún tiempo, según el embajador de Brasil en Mozambique, Carlos Alfonso Puente. “En este momento en que llegan los brasileños, es cuando algunas de las primeras ayudas ya han partido. Y hay mucho que hacer todavía”, dijo.

Para el mayor Wagner da Silva, la experiencia traída de Brumadinho suma mucho en la actuación que se hace ahora en Mozambique. “Buena parte de los que actúan aquí, en la Fuerza Nacional, actúa en conjunto con otras agencias y órganos de seguridad pública, en la acción de recuperación de cuerpos y asistencia en Brasil.”

Una vez más en el lodo

Fue por el llamamiento nacional e internacional que los militares y bomberos brasileños llegaron a Mozambique para comandar la operación en la región de Búzi, cerca de la ciudad de Beira. La amenaza y los estragos de las aguas llevaron a concentrar especial atención a las operaciones de rescate de las víctimas en esa villa.

Los militares brasileños describen cómo fue llegar a ese lugar tras el desastre. “Pronto desembarcamos aquí, pudimos tener una noción mejor de lo que realmente estaba ocurriendo, pues la devastación, aliada a la falta de estructura y saneamiento, acaba dificultando las acciones de socorro y agravando la situación de las víctimas”, cuenta el mayor Silva.

En las búsquedas, el momento de encontrar a la próxima víctima soterrada es incierto, pero hay una certeza arraigada en las acciones de esos oficiales: su actuación vale más que mil palabras. Para el subteniente Gilmar Viana, el esfuerzo es poco para beneficiar a las comunidades afectadas. “Vemos una ciudad prácticamente devastada debido al ciclón, pero dentro de las posibilidades, como seres humanos que somos, todo haremos para que lo poco que podamos hacer tenga efecto en la vida de la población.”

“Hemos tenido Brumadinho en 2019 y, combinando con la operación internacional en Mozambique, todo eso nos proporciona un acercamiento de planificación y ejecución. Hace una gran diferencia porque nos permite adaptarnos más rápidamente al evento, a la situación y a la necesidad”, dijo el sargento Michel Santana.

Seguir inspeccionando el lodo. Así serán los próximos días de esos hombres. Mientras buscan salvar vidas, observan las similitudes entre los desastres y alimentan el compromiso: empezar a trabajar sin tener hora para acabar, actuando con la comunidad humanitaria internacional.

 

*Con información de ONU News

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